Wednesday 27 May 2015

004 Con los croatas de Sud América (1929-1931) - Dr. Vjekoslav Vrančić


Buenos Aires - 2

En el curso de nuestras conversaciones no dudó en admitirme que fue informado en tiempo oportuno sobre mi nombramiento, pero había decidido no entregarme el puesto, sino cerrar la oficina y entregar las llaves a la Legación. Y me dijo la razón: Recibió un informe por escrito, del cónsul honorario en Montevideo, Mihajl Alagić, donde decía que yo era un elemento anti-Estado. Cambió de opinión cuando recibió del Ministro la orden explícita de entregarme la oficina. Luego añadió que después de siete años se había cansado de vivir ocupándose de los que habían emigrado y que deseaba volver a su casa.
El nombre de Mihajl Alagić no me era desconocido. Durante mi estancia en Montevideo había oído su nombre a menudo de boca de los inmigrantes croatas. En ese entonces Alagić era gerente de una cantera de la familia Lussich, y al mismo tiempo se desempeñaba como cónsul honorario yugoslavo. Alagić era uno de los montenegrinos que no simpatizaban con los croatas. Elogiaba públicamente a Puniša Račić, y como Cónsul le hacía problemas a los croatas siempre que podía. Como gerente de la cantera ofendía rebajando a los trabajadores croatas.
A mí, por lo tanto, no me sorprendió que Alagić se ocupara de mi nombramiento como Delegado para los inmigrantes, porque en Montevideo se sabía de mis convicciones políticas.
Marčetić me relató cómo el Cónsul General Ivo Grisogono se convirtió en el primer Legado (Embajador) del Estado de los Serbios, Croatas y Eslovenos (SHS) en Buenos Aires.
En el tiempo de la apertura del Consulado General en Buenos Aires, allá alrededor de 1923, estaban vivos los conocidos hermanos Mihanović, Nikola y Miho (Nicolás y Miguel). Nacidos en la localidad de Doli, situada en el comienzo de la península de Peljesac, Nikola era un niño al final de los años sesenta (1867) cuando llegó a Buenos Aires. Con trabajo, ahorro y habilidad para los negocios, una década más tarde se convirtió en armador y llegó a ser un magnate naval. Dominó la navegación en los grandes ríos de La Plata, Uruguay, Paraná y Paraguay. Con la ayuda de Nikola también Miho fundó su empresa de vapores, que hacía la navegación costera a lo largo del Atlántico sur, todo el camino hasta la Tierra del Fuego[1].
Gracias al prestigio y la influencia de Nikola en la Argentina, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Viena lo nombró Cónsul General Honorario y el emperador Francisco José I le otorgó el título de barón. Durante toda su vida, Nikola se sintió croata, leal al emperador de Austria que también era rey de Croacia. Incluso después de la caída de la monarquía no se convirtió en "yugoslavo".
A diferencia de Nikola, su joven hermano Miho se convirtió con el tiempo en miembro de la sociedad "Jadran" (Adriático), que bajo ese nombre reunía en Buenos Aires a los seguidores del Dr. Ante Trumbić y representaba a la "Defensa Yugoslava", creada por él.
Tan pronto como llegó a Buenos Aires, Grisogono trató de acercarse al acaudalado Nikola, para que ayudara de alguna manera el Estado de los Serbios, Croatas y Eslovenos-SHS. Se quejó de que no disponía de un local adecuado para el Consulado General, y esperaba que Nikola pudiera donar para este fin alguno de los muchos edificios que poseía en Buenos Aires. Nikola se defendió con la objeción de que, a pesar de que había tantos inmigrantes croatas en Argentina, a Belgrado no le parecía necesario establecer una Legación, sino tan solo un Consulado General. En base a esa objeción, Grisogono consiguió una promesa de Mihanović: donar un edificio, si Belgrado establecía una Legación (Embajada).
Nada perezoso, Grisogono inmediatamente viajó a Belgrado e informó al Ministro de Relaciones Exteriores, que Nikola Mihanović estaba dispuesto a donar al Estado uno de sus edificios, si el gobierno establecía una Legación en Buenos Aires y a él, Ivo Grisogono, lo nombraba Embajador.
Y sucedió así: el Ministerio estableció la Legación, Grisogono se convirtió en Embajador, y Nikola Mihanović donó al Estado de los Serbios, Croatas y Eslovenos un palacio situado en la calle Charcas 1705 [2].
A finales de julio de 1930, Tommaseo y yo acompañamos al barco a Marčetić, quien pasando por Génova iba a Zagreb como alto funcionario del Comisariato para la Emigración. Consigo llevaba varias maletas de artesanías indígenas del norte de Argentina, Paraguay, Bolivia y Perú, que había recolectado a lo largo de los años[3].
Después de la partida de Marčetić me puse a trabajar. Yo mismo había experimentado la dura vida de inmigrante, así que quería ayudar a los necesitados. Mi actividad se centró en dos áreas: la bolsa de trabajo y posibilitar el regreso a su patria a aquellos inmigrantes que se habían cansado de luchar por sobrevivir y querían volver a su casa.
Las condiciones de vida eran muy difíciles. La mayoría de nuestra gente eran campesinos, sin oficio, con pocos años de escolaridad. La gran mayoría solamente podía vender su fuerza física como trabajadores independientes en el trabajo de la construcción, que de todos modos había poco, o como trabajadores agrícolas temporales en el tiempo de la cosecha y un poco después, lo que duraba dos o tres meses al año. Raramente podía encontrarse un capataz croata. Quienes vivían en las ciudades, estaban sin trabajo y no tenían parientes o amigos para ayudarlos, a la noche caminaban por la calle y buscaban alimento entre los residuos de los hogares. Para ir al trabajo en el campo se viajaba sin dinero ni pasaje, sobre el techo de los vagones de los trenes de carga. Hubo casos en que viajando distraídos, al cruzar a través de arroyos y riachos, morían decapitados por las superestructuras de los puentes ferroviarios
Lo relativo a la bolsa de trabajo podía llevarse a cabo sólo a través de la Dirección General de Migraciones. Yo establecí allí una relación: regularmente concurría a la oficina y a veces tenía la suerte de ubicar a pequeños grupos de personas en las obras públicas. Más allá de frigoríficos, molinos y plantas de procesamiento de productos agrícolas, no había otros tipos de empresas industriales en Argentina.
Pero mucho más se podía ayudar a los inmigrantes consiguiéndoles un viaje de retorno gratis a su patria, para lo que había grandes posibilidades.




[1] Holjevac, op. cit., p. 202.
[2] Se decía que Mihanović había donado este edificio personalmente al emperador y rey Francisco José I. Como la Cancillería de la Corte no confirmó formalmente la aceptación de la donación, nunca se llevó a cabo la transferencia notarial de la propiedad. Después de la muerte del emperador, Mihanović permaneció como propietario del edificio, que más tarde fue donado al Estado de los Serbios, Croatas y Eslovenos. Hoy en día (1985) se encuentra allí la Embajada de la Yugoslavia comunista. (VV).
[3] Con Jovo Marčetić me encontré 14 años más tarde en Zagreb. Yo era miembro del Gobierno de Croacia, y él era empleado del Comisariato para la Emigración. Uno de los miembros cercanos de su familia, fue detenido por la policía, y me vino a pedir ayuda. Hice lo que estaba a mi alcance para ayudarlo, pero no pude. Se había comprobado la participación de este familiar suyo en la recolección de fondos para ayudar a los partisanos. Me alegré cuando supe que el interesado permaneció con vida después de 1945.


Dr. Vjekoslav Vrančić – Defendimos al Estado


Estudios Migratorios Croatas cuenta con el apoyo de la Oficina del Gobierno croata para los croatas fuera de la República de Croacia a través del subsidio otorgado por ese organismo a FEPAI - STUDIA CROATICA  http://www.hrvatiizvanrh.hr/hr/natjecaj/95/donijeta-odluka-o-raspodjeli-sredstava-za-udruge-i-zajednice-hrvatskog-iseljenistva-u-juznoj-americi-i-juznoafrickoj-republici-za-2014

Traducción realizada por el magister José María –Joza– Vrljičak

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El magister José María –Joza– Vrljičak es el director de la revista Studia Croatica desde 1994.

004 S Hrvatima u Južnoj Americi (1929-1931) - Dr. Vjekoslav Vrančić


Buenos Aires - 2

U toku naših razgovora nije se ustručavao priznati mi, da je bio pravovremeno obaviešten o mome imenovanju, ali je bio odlučio ne predati mi dužnost, nego zaključati ured i ključe predati Poslanstvu. Rekao mi je i razlog. Od počastnog konzula u Montevideu, Mihajla Alagića, dobio je pismenu prijavu, da sam antidržavni elemenat. Predomislio se je tek, kada je od ministra dobio izričiti nalog, da mi preda ured. A onda je nadodao, da se za sedam proteklih godina zasitio emigrantske sredine i da se rado vraća kuči.
Ime Mihajla Alagića nije mi bilo nepoznato. Za moga boravka u Montevideu čuo sam ga često puta iz usta hrvatskih izseljenika. U ono vrieme Alagić je bio poslovođa jednog kamenoloma obitelji Lussich, a istovremeno je obnašao dužnost jugoslavenskog počastnog konzula. Alagić je spadao među one Crnogorce, koji nisu voljeli Hrvate. Javno je veličao Punišu Račića, a kao konzul pravio Hrvatima nepriliku gdje je god mogao. Kao poslovođa kamenoloma vrieđao je podčinjene mu radnike Hrvate.
Nije me, dakle, čudilo, da se Alagić pozabavio i mojim imenovanjem za izseljeničkog izaslanika, jer se u Montevideu znalo za moje političko opredjeljenje.
Marčetić mi je pripoviedao o načinu, kako je generalni konzul Ivo Grisogono postao prvi poslanik SHS u Buenos Ajresu.
U vrieme otvaranja Generalnog konzulata u Buenos Airesu, tamo oko 1923. godine, bila su na životu oba poznata brata Mihanovića, Nikola i Miho. Rodom iz sela Doli, smještenog na korienu poluotoka Pelješca, Nikola je kao dječak koncem šestdesetih godina (1867.) došao u Buenos Aires. Radom, štednjom i poslovnom sposobnošću, postaje već deset godina kasnije brodovlasnikom i razvija se do pomorskog magnata. Gospodari plovitbom na veleriekama La Plata, Uruguay, Paraná i Paraguay. S pomoću Nikolinom i Miho je osnovao svoje parobrodarsko družtvo, koje je vršilo obalni promet uzduž južnog Atlantika, sve do Ognjene zemlje[1].
Zahvatjujući Nikolinom ugledu i utjecaju u Argentini, bečko Ministarstvo vanjskih poslova imenovalo ga je počastnim generalnim konzulom, a car i kralj Franjo Josip I. podielio mu je naslov baruna. Za cielo vrieme života Nikola se osjećao Hrvatom, odanim caru i kralju. Ni poslije sloma Monarhije nije postao «jugoslavo».
Za razliku od Nikole, njegov mladi brat Miho postao je za vrieme rata članom družtva «Jadran», koje je pod tim imenom u Buenos Airesu okupijalo sljedbenike dr Ante Trumbića i predstavljalo po njemu stvorenu «Jugoslavensku Obranu».
Čim je stigao u Buenos Aires, Grisogono je pokušao skloniti bogatog Nikolu, da na neki način pomogne državu SHS. Tužio mu se, kako ne razpolaže prikladnim prostorijama za Generalni konzulat, te da očekuje, da bi Nikola mogao za tu svrhu pokloniti koju od svojih brojnih zgrada, koje posjeduje u Buenos Airesu. Nikola se branio prigovorom, da uzprkos tolikom broju hrvatskih useljenika u Argentini, Beograd nije našao za vriedno, da u Buenos Airesu uzpostavi poslanstvo, nego samo generalni konzulat. Uhvativši se za taj prigovor, Grisogonu je uspjelo dobiti obećanje Mihanovića, da će pokloniti zgradu, ako Beograd uzpostavi poslanstvo.
Ne budi lien, Grisogono je odmah odputovao u Beograd i izviestio ministra vanjskih poslova, da je Nikola Mihanović spreman pokloniti državi jednu od svojih zgrada, ako vlada uzpostavi u Buenos Airesu poslanstvo i njega, Ivu Grisogona, imenuje poslanikom.
I dogodilo se: ministarstvo je uzpostavilo poslantvo, Grisogono postao poslanik, a Nikola Mihanović poklonio drtavi SHS palaču, smještenu u Calle Charcas 1705 [2].
Koncem srpnja 1930. Tommaseo i ja odpratili smo Marčetića na brod, kojim je preko Genove krenuo u Zagreb na dužnost višeg činovnika Izseljeničkog komesarijata. Sa sobom je ponio nekoliko kovčega indijanskih rukotvorina iz sjeverne Argentine, kao i iz Paraguaya, Bolivije i Perúa, koje je tokom godina sakupljao[3].
Poslije odlazka Marčetića ja sam se dao na rad. Izkusio sam tegobu izseljeničkog života, pa sam htio pomoći nevoljnicima. Svoju djelatnost usredotočio sam na dva područja: na posredovanje rada i na odpremu u domovinu onih izseljenika, koji su smalaksali u borbi za život i željeli vratiti se kući.
Životne prilike bile su veoma težke. Većina naših ljudi bili su seljaci, bez zanata, s kojim razredom puče škole. Ogromna većina mogla je prodavati samo svoju tjelesnu snagu kao prosti radnik na gradnjama, kojih je ionako bilo malo, ili kao privremeni poljodjelski radnici za vrieme i nakon žetve, što je trajalo dva do tri mjeseca u godini. Riedko se moglo naići na Hrvata predradnika. Tko je živio po gradovima, bio bez posla, a nije imao rodbine ili prijatelja, da bi ga pomogli, taj je noću obilazio ulice i iz sanduka za kučne odpadke tražio komadiće hrane. Na rad u poIje putovalo se bez novaca ni putne karte, vozeći se na krovu vagona teretnih vlakova. Bilo je slučajeva, da je nevještim neopreznima, vozeći se vlakom preko potoka i rječica, nadgradnja željezničkih mostova odrubila glavu.
Posredovanje rada moglo se obavljati jedino preko Ravnateljstva za useljavanje (Dirección General de Migraciones). Ja sam tamo uzpostavio vezu, redovito pohadao taj ured i po koji put imao sreću namjestiti po koju skupinicu ljudi na javnim radovima. Osim veleklaonica, mlinova i tvornica za preradu poljodjelskih proizvoda, drugih vrsta industrijskih poduzeća u Argentini nije bilo.
No mnogo više moglo se izseljenicima pomoći bezplatnom odpremom u domovinu, za što su postojale velike mogućnosti.




[1] Holjevac, nav djelo, str. 202.
[2] Govorilo se, da je Mihanović ovu zgradu bio poklonio osobno caru i kralju Franji Josipu I. Budući da je dvorska kancelarija propustila, da u službenom obliku potvrdi prihvaćanje dara, notarijalni prienos vlastničtva nije nikada izvršen. Poslije smrti cara, Mihanović je ostao vlastnik zgrade, koju je kasnije poklonio državi SHS. Danas (1985.) je u njoj smješteno Poslanstvo komunističke SFRJ. (V. V.).
[3] S Jovom Marčetićem sam se sreo 14 godina kasnije u Zagrebu. Bio sam član hrvatske vlade, a on činovnik Izseljeničkog komesarijata. Jedan blizki član njegove obitelji bio je uhićen od redarstva, pa me došao moliti za pomoć. Učinio sam što sam mogao, da mu budem od pomoći, ali nisam uspio. Radilo se o dokazanom sudjelovanju u sakupljanju crvene pomoći za partizane. Drago mi je bilo, kada sam saznao, da je dotična osoba ostala na životu poslije 1945. godine.


Dr. Vjekoslav Vrančić - Branili smo Državu



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003 Con los croatas de Sud América (1929-1931) - Dr. Vjekoslav Vrančić

Capítulo 2. BUENOS AIRES

Llegué a Buenos Aires el 9 de julio por la mañana, justo el día de la fiesta nacional argentina, dedicada a la misma fecha del año 1816, cuando los representantes de once provincias del entonces Virreinato español del Río de la Plata, en la ciudad de Tucumán, en la provincia del mismo nombre, declararon su independencia de la Corona Española, sentando así las bases jurídico-estatales de la futura República Argentina. Este acto fue una consecuencia natural del proceso revolucionario, que había sucedido seis años antes en Buenos Aires, cuando el 25 de mayo de 1810 los nativos (criollos) derrocaron al virrey Hidalgo de Cisneros y formaron el primer gobierno propio llamado "Primera Junta". Junto con el 9 de julio, Día de la Independencia, el 25 de mayo, Día de la Revolución, es la otra gran fiesta nacional en la República Argentina.

Al llegar me alojé en una pensión en el centro de la ciudad. Sabiendo de la celebración de la fiesta patria, fui a la histórica Plaza de Mayo, donde se encuentra el Cabildo, donde en 1810 se había puesto en marcha un acto revolucionario, y a continuación fui el Palacio Presidencial (Casa Rosada) y la Catedral. Así que tuve la oportunidad de vivir de cerca este evento festivo y ver el paso del entonces presidente, Hipólito Yrigoyen, con los miembros del gobierno, desde el Palacio Presidencial hasta la Catedral donde se realizó el Tedeum. Los diarios de ese día estaban llenos de artículos dedicados al significado histórico de la celebración, que luego leí con gran interés para aprender sobre la historia de la liberación de los países de América del Sur de los dominios españoles.

Siguiendo las indicaciones que me dieron por telegrama, fui al día siguiente a la Legación de Yugoslavia, en la calle Charcas 1705, para presentarme a tomar mi trabajo. En ese entonces, el embajador y ministro plenipotenciario en Buenos Aires era el Dr. Milorad Strážnický, profesor de Derecho Mercantil en la Universidad de Zagreb. Alto, elegante, cuidadosamente vestido, de unos 50 años, de pelo gris, el Dr. Strážnický me recibió amablemente. Durante la conversación, dijo que él sabía que el Ministro de Asuntos Sociales me había nombrado Delegado, pero que él no podía permitirme tomar mi cargo ya que la Delegación para los Inmigrantes no dependía ni formalmente ni de facto de la Legación, sino directamente del Ministerio de Asuntos Sociales.

Al ver mi sorpresa, el Embajador me aclaró que antes de que se estableciera la Legación, en Buenos Aires existía un Consulado General y una Delegación del Ministerio de Asuntos Sociales para los Inmigrantes. El primer Delegado fue Jovo Marčetić, y el primer Cónsul General, el juez Ivo Grisogono, hermano de Prvislav, líder del partido de Pribićević y varias veces ministro. Marčetić, quien todavía estaba al frente de la Delegación, logró desde el principio mantener su independencia respecto del Consulado General y después de la Legación, cuando Grisogono fue nombrado primer Ministro (Embajador). Cuando el Dr. Strážnický tomó la función de Ministro (Embajador) después de Grisogono, no quiso poner en cuestión la relación entre la Legación y la Delegación, entonces la situación se mantuvo como hasta entonces.

Me recomendó que yo fuera directamente a ver a Marčetić y que, sobre la base del telegrama de nombramiento, le pidiera que me pasara la función. Si hubiera alguna dificultad, que hablara con el Dr. Zoran Dragutinović, consejero de la Legación y director del Departamento consular, y le pidiera que intervenga. Dijo que las oficinas del Consulado y de la Delegación se encontraban en el mismo edificio, Avenida de Mayo 1380, el primero de ellos en el noveno piso, y el otro en el piso 11.

"Si usted no logra ni lo uno ni lo otro, póngase en contacto por telegrama con su tío, el Ministro Preka", terminó su consejo el ministro Strážnický.

A partir de esta observación estaba claro que el Dr. Strážnický pensaba que el Ministro Preka era pariente mío y que probablemente esa era la razón por la cual el Embajador había estado mucho más abierto conmigo, de lo que cabría esperar. Consideré oportuno no hablar sobre ese parentesco que no era tal.

Después de la conversación no me quedaba otra que ir a ver a Marčetić. Me anuncié a través del secretario y fui recibido. Jovo Marčetić era un hombre de unos sesenta años, de abundante pelo canoso, peinado como los artistas. Llevaba anteojos de marcos oscuros y cristales gruesos. Claramente era miope.

Fue amable. Me ofreció sentarme y de repente hizo tres preguntas: Cuánto tiempo hacía que estaba en Argentina, qué hacía y qué necesitaba de la Delegación. Fingió que no sabía mi nombre, cuando yo ya se lo había dado a su secretario. Es por eso que repetí mi nombre agregando que había recibido un telegrama del Ministro de Asuntos Sociales comunicándome que me había nombrado Delegado para los Inmigrantes en Buenos Aires. Saqué y le di a leer el telegrama en cuestión, y le dije que el Embajador Dr. Stražnicki me dio instrucciones de ir directamente a la Delegación.

Marčetić puso cara de hombre sorprendido, y me respondió que sobre mi nombramiento no sabía nada y que, por consiguiente no podía entregarme el puesto.
Yo no podía creer que el Ministerio no le había informado a Marčetić de mi nombramiento, pero estaba claro que ninguna discusión ulterior sería de provecho.

Decidí visitar al consejero de la Legación, Dr. Dragutinović, lo que hice enseguida.
El Dr. Dragutinović me recibió inmediatamente. Era un señor de unos cuarenta años, de cara amable, modales pulidos. Le informé sobre mi nombramiento y de mis visitas al Embajador Strážnicki y al Delegado Marčetić. Según las instrucciones del Embajador recurrí a él para solicitarle que interceda a fin de que yo pueda asumir las funciones de Delegado para el que había sido nombrado.

El Dr. Dragutinović me escuchó con atención, pero su respuesta fue más breve y prudente que la del Embajador Stražnycki. Él me confirmó que la Delegación dependía directamente del Ministerio de Asuntos Sociales y que él no podía intervenir en ese tema. Me recomendó que me dirija al Ministro.

Después de esto yo no podía hacer otra cosa que informar telegráficamente al Ministro Preka, de que yo no podía tomar posesión de mi cargo, porque el Delegado Marčetić no había sido informado acerca de mi nombramiento. A fin de recibir la respuesta di mi dirección temporaria en Buenos Aires.

Dos días más tarde, recibí la contestación donde se me informaba se le había dado a Marčetić la orden de que me entregara el cargo. Luego de recibir esa respuesta, llegué a la conclusión de que estaba informado de mi nombramiento, pero que no quería entregarme el cargo, lo que él mismo me confirmó más tarde.

Volví a Marčetić. Esta vez, me recibió muy amablemente. Sobre el telegrama recibido no le dije nada, sino que dejé que él me confirme, que recibió el anuncio de mi nombramiento, lo que hizo de inmediato.

Al comenzar me dijo que fue trasladado al Comisariato para los Emigrantes en Zagreb. Se quedaría en Buenos Aires hasta finales del mes, y durante ese tiempo me introduciría en el trabajo. Me presentó a Spasoje Tommaseo, que era empleado contratado y se desempeñaba como Secretario de la Delegación. Me recomendó mantenerlo en servicio, en el que estaba desde 1923, desde el establecimiento de la Delegación. Además del idioma croata conocía de forma excelente los idiomas español, italiano y alemán, también conocía la situación local y las tareas de esa oficina. Le respondí que no era mi intención cambiar al secretario y que Tommaseo permanecería en su puesto.

Un tiempo dentro de la oficina, y otro poco fuera del trabajo, el resto del mes de julio lo pasé en compañía de Marčetić. Él era muy conversador y abierto. Habló también en repetidas ocasiones de la situación en Argentina, de la organización de los servicios para los inmigrantes en nuestra patria y en el extranjero, sobre su pasado y las razones por las que en un principio no tenía intención de entregarme el cargo.

Durante su servicio de siete años en Buenos Aires, Marčetić había conocido a fondo la situación política y económica de Argentina y de los países vecinos. Por eso no nos fue difícil estar de acuerdo en el hecho de que América del Sur no era el lugar adecuado para emigrar. Se debía lograr que el Ministerio restringiera la emigración otorgando visas solamente a aquellos que presentaran confirmación oficial de la llamada de sus parientes.
En este breve tiempo aprendí mucho de Marčetić sobre la organización del servicio para los inmigrantes, tanto antes de la Primera Guerra Mundial, durante el Reino de Croacia y Eslavonia, como después de la guerra, durante la vigencia del Estado de los Serbios, Croatas y Eslovenos.

El Reino de Croacia ya en 1883 tenía una ley sobre emigración. Diez años después de eso había sido creado el Departamento de Emigración dentro de la Sección de Asuntos Internos de Croacia (en ese entonces bajo administración del Ban -gobernador-), que luego fue el Departamento de Asuntos Migratorios. Croacia fue el primer país en Europa, que introdujo el seguro obligatorio para los emigrantes durante su viaje.

Durante el Estado de los Serbios, Croatas y Eslovenos se aprobó la Ley de emigración en 1921. Su aplicación se reguló un año después[1].

De acuerdo con esta normativa, los órganos del servicio de emigraciones eran: el Departamento de Emigraciones del Ministerio de Asuntos Sociales en Belgrado; el Comisariato General de Emigraciones en Zagreb; Supervisores y Delegados del Ministerio de Asuntos Sociales.

Serbia no tenía problemas de emigración, ni por lo tanto una organización apropiada. Por eso, en un principio todo el servicio para los emigrantes era llevado por el Comisariato General, es decir, por el antiguo Departamento creado durante la Croacia administrada por el Ban. Un año después de la aprobación de dicha ley, el Ministerio se hizo cargo de la gestión de la política emigratoria, y al Comisariato le quedaron las tareas de gestión de carácter técnico.

Los supervisores de migración eran funcionarios del Ministerio o del Comisariato, encargados de tareas especiales, como escoltar a los grupos más grandes de emigrantes desde su patria hasta el puerto de embarque, y a veces hasta el país de destino.
Los Delegados para la emigración eran designados por el Ministro de Asuntos Sociales. Su tarea era cuidar de los que habían emigrado de acuerdo al área que le correspondía a cada uno y en ocasiones debían informar al Ministerio y al Comisariato. En ese momento había tres delegaciones: en París, en Washington y en Buenos Aires; este última con competencia sobre toda América del Sur.

Me enteré por el propio Marčetić de que su familia era originaria de Knin. Antes de la Primera Guerra Mundial, su padre había sido jefe de la representación de una empresa de buques, creo que se llamaba “Lloyd Austríaco”. Allí Jovo había asistido a los primeros años de la escuela secundaria, pero luego continuó su educación en Odessa, en el Mar Negro, donde su padre había sido trasladado como jefe de la representación local de la empresa. No estoy hoy seguro, pero creo que asistió también a la Universidad de Zagreb. De las lenguas extranjeras sabía español, italiano, francés y ruso. Él era admirador de la Rusia Imperial. Como la mayoría de los serbios de Knin, él y toda su familia pertenecían al Partido Radical Serbio, en cuyas filas había encontrado apoyo para su carrera en la administración pública. No quería a los croatas. Aun así prefería ser trasladado al Comisariato en Zagreb, y no al Ministerio en Belgrado.




[1] Más sobre este tema: V. Holjevac, op. cit., especialmente p. 42 y ss.


Dr. Vjekoslav Vrančić – Defendimos al Estado


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003 S Hrvatima u Južnoj Americi (1929-1931) - Dr. Vjekoslav Vrančić

2. BUENOS AIRES
U Buenos Aires stigao sam dne 9. srpnja ujutro, upravo na argentinski državni blagdan, posvećen istom nadnevku iz 1816. godine, kada su predstavnici jedanaest pokrajina tadašnjeg španjolskog Podkraljevstva Rio de la Plata, u gradu Tucumanu, istoimene pokrajine, proglasili nezavisnost od španjolske Krune i time udarili državnopravne temelje budućoj Republici Argentini. Ovaj čin bio je naravna posljedica revolucionarnog zahvata, koji je usliedio šest godina prije toga u Buenos Airesu, kada su dne 25. svibnja 1810. domorodci (criollos) svrgnuli kraljevskog namjestnika (virrey-a) Hidalga de Cisnerosa i pod imenom «Primera Junta» uzpostavili prvu vlastitu vladu. Uz 9. srpnja, Dan Nezavisnosti, nadnevak 25. svibnja, Dan Revolucije, drugi je veliki državni blagdan u Republici Argentini.
Nakon dolazka odsjeo sam u jednom svratištu u središtu grada. Saznavši za proslavu državog blagdana, otišao sam na .poviestni trg Plaza de Mayo, na kome se nalaze Viećnica (Cabildo), u kojoj je 1810. proveden revolucionarni čin, zatim Predsjednička palača (Casa Rosada) i Katedrala. Tako sam imao prilike doživjeti iz bliza ovu svečanu priredbu i vidjeti prolazak ondašnjeg predsjednika države, Hipolita Yrigoyena, sa članovima vlade, iz Predsjedničke palače na Te-Deum u Katedralu. Novine toga dana bile su pune članaka posvećenih poviestnom značenju proslave, što me je ponukalo, da sam nakon toga s velikim zanimanjem čitao poviest oslobođenja južnoameričkih zemalja izpod španjolskog gospodstva.
Sliedeći uputu, koja mi je bila dana brzojavom, otišao sam sliedećeg dana na Poslanstvo, u ulici Charcas broj 1705, da se prijavim radi nastupa na dužnost. U ono vrieme bio je u Buenos Airesu poslanik i opunomoćeni ministar dr. Milorad Stražnicky, profesor trgovačkog prava na Sveučilištu u Zagrebu. Visok, otmjen, pomno odjeven, kojih 50 godina starosti, prosied, dr. Stražnicky primio me je ljubezno. U razgovoru mi je rekao, da mu je moje imenovanje za izseljeničkog izaslanika od strane ministra socijalne politike poznato, ali da me on ne može uvesti u dužnost, budući da Izseljeničko izaslanstvo nije ni formalno ni stvarno podređeno Poslanstvu, nego izravno Ministarstvu socijalne politike.
Vidjevši moje iznenađenje, ministar mi je u nastavku razjasnio, da su prije uzpostave Poslanstva, u Buenos Airesu postojali Generalni konzulat i Izseljeničko izaslanstvo Ministarstva socijalne politike. Prvim izaslanikom bio je postavljen Jovo Marčetić, a prvim generalnim konzulom sudac Ivo Grisogono, brat Prvislava, prvaka Pribićevićeve stranke i višestrukog ministra. Marčetić, koji je i sada na čelu Izaslanstva, uspio je od samog početka očuvati svoju nezavisnost od Generalnog konzulata, a kasnije i od Poslanstva, kada je Grisogono imenovan prvim poslanikom. Kada je on, dr. Stražnicky, od Grisogona preuzeo dužnost poslanika, nije htio postavljati pitanje odnosa između Poslanstva i Izaslanstva, pa je stanje ostalo onakvo, kakvo je bilo prije njega.
Preporučio mi je, da odem izravno do Marčetića i da na osnovu brzojava o imenovanju zatražim, da mi preda dužnost. Ako bude kakvih potežkoća, da se obratim na dr. Zorana Dragutinovića, savjetnika Poslanstva i glavara konzularnog odjela, te da njega zamolim za posredovanje. Rekao mi je, da se uredi Konzulata i Izaslanstva nalaze u istoj zgradi, Avenida de Mayo 1380, prvi od njih na 9., a drugi na 11. katu.
«Ako Vam ne uspije ni jedno ni drugo, obratite se brzojavom Vašem ujaku, ministru Preki», završio je svojim savjetom poslanik Stražnicky.
Iz ove primjetbe bilo mi je jasno, da dr. Stražnicky misli, da mi je ministar Preka rod i da je to vjerojatno bio razlog, da je poslanik prema meni bio mnogo otvoreniji, nego se to moglo očekivati. Ja sam smatrao prikladnim, da o srodstvu, koje nije postojalo, ne govorim.
Nakon završena razgovora nije mi preostalo drugo, nego otići do Marčetića. Najavio sam se preko tajnika i bio primljen. Jovo Marčetić bio je ovjek šestdesetih godina, bujne prosiede kose, češljane poput umjetnika. Nosio je naočale tamnog okvira, debelih kristala. Očito je bio kratkovidan.
I on je bio ljubezan. Ponudio mi, da sjednem i onda mi odjednom postavio tri pitanja: kako sam dugo u Argentini, šta radim i šta bih trebao od Izaslanstva? Pravio se je, da mu moje ime, koje mu je tajnik saobćio, nije poznato.
Zato sam ja ponovio svoje ime nadodavši, da sam od ministra zdravstva i socijalne politike dobio brzojavnu obaviest, da sam postavijen za izseljeničkog izaslanika u Buenos Airesu. Izvadio sam i dao mu na čitanje brzojav nadodavši, da sam bio kod poslanika dr. Stražnickoga i da me je on uputio, da se javim izravno Izaslanstvu.
Marčetić je napravio lice iznenađena čovjeka te mi odgovorio, da on o mome imenovanju ništa ne zna i da mi, naravno, ne može predati dužnost.
Nisam mogao vjerovati, da ministarstvo nije Marčetića obaviestilo o mome imenovanju, ali mi je bilo jasno, da nikakva daljnja razprava ne bi bila od koristi.
Odlučio sam posjetiti savjetnika poslanstva, dr. Dragutinovića, što sam odmah i učinio.
Dr. Dragutinović me je odmah primio. Radilo se o gospodinu četrdesetih godina, nježna lica, uglađenih manira. Obaviestio sam ga o mome imenovanju i o mojim posjetima ministru Stražnickom i izaslaniku Marčetiću. Po uputi poslanika dolazim k njemu s molbom za posredovanje stvari preuzimanja dužnosti, za koju sam postavljen.
Dr. Dragutinović pomno me je saslušao, ali je u svome odgovoru bio kraći i oprezniji od ministra Stražnyckog. Potvrdio mi je, da je Izaslanstvo podređeno izravno Ministarstvu socijalne skrbi i da on u toj stvari ne može posredovati. I on mi je preporučio, da se obratim izravno predpostavljenom ministru.
Nakon toga nisam mogao učiniti drugo, nego obaviestiti brzojavno ministra Preku, da nisam mogao preuzeti dužnost, jer da izaslanik Marčetić nije obaviešten o mome imenovanju. Za odgovor označio sam svoju privremenu buenos-airešku adresu.
Dva dana kasnije primio sam odgovor, da je Marčetiću dan nalog, da mi preda dužnost. Iz odgovora sam zaključio, da je on bio obaviešten o mome imenovanju, ali da mi dužnost nije htio predati, što mi je on kasnije i sam potvrdio.
Otišao sam ponovo Marčetiću. Ovoga puta primio me je veoma ljubezno. O primljenom brzojavu nisam mu ništa rekao, nego prepustio njemu, da mi potvrdi, da je primio obaviest o mome imenovanju, što je on odmah i učinio.
Uvodno mi je rekao, da je premješten k Izseljeničkom komesarijatu u Zagreb. Ostat će u Buenos Airesu do konca mjeseca, kroz koje će me vrieme uvesti u posao. Predstavio mi je Spasoja Tommasea, koji je kao ugovorni namještenik vršio dužnost tajnika Izaslanstva. Preporučio mi je, da ga zadržim u službi, u kojoj se nalazi od 1923. godine, od osnutka Izaslanstva. Osim hrvatskim, vlada izvrstno španjolskim, talijanskim i njemačkim jezikom, pozna mjestne prilike i poslove ureda. Odgovorio sam, da mi nije bila namjera mienjati tajnika, pa će Tommaseo ostati na svom mjestu.
Što u uredu, što izvan posla, ostatak mjeseca srpnja proveo sam u družtvu Marčetića. Bio je veoma razgovorljiv i otvoren. Govorio je naizmjence o prilikama u Argentini, o organizaciji izseljeničke službe u domovini i inozemstvu, o svojoj prošlosti, kao i o razlozima, zašto mi u početku nije kanio predati dužnost.
Za trajanja svoje sedamgodišnje službe u Buenos Airesu Marčetić je temeljito upoznao političke i gospodarske prilike Argentine i susjednih zemalja. Zato nam se nije bilo težko složiti u tome, da Južna Amerika nije časovito prikladna za useljavanje i da bi trebalo postići, da ministarstvo ograniči davanje izseljeničkih viza samo onim osobama, koje budu predočile službeno potvrđene pozive svoje rodbine.
Kroz to kratko vrieme saznao sam od Marčetića mnogo o organizaciji izseljeničke službe, kako prije Svjetskog rata, u Kraljevini Hrvatskoj i Slavoniji, tako i poslije rata, u državi SHS.
Kraljevina Hrvatska imala je zakon o emigraciji još u 1883. godini. Desetak godina poslije toga osnovan je u banskom Odjelu za unutarnje poslove pododsjek, a zatim odsjek za izseljenička pitanja. Hrvatska je bila prva zemlja u Europi, koja je uvela obvezatno osiguranje izseljenika za vrieme njihova prievoza.
U državi SHS Zakon o izseljavanju donesen je 1921. Njegova primjena propisana je i provedena naredbom godinu dana kasnije[1].
Prema tim propisima, organi izseljeničke službe bili su: Izseljenički sjek Ministarstva socijalne politike u Beogradu; Generalni izseljenički komesarijat u Zagrebu; izseljenički nadzornici i izseljenički izaslanici ministarstva socijalne politike.
Srbija nije imala izseljeničkog problema, pa ni odgovarajuće organizacije. Zato je u početku čitavu izseljeničku službu vodio Generalni komesarijat, tj. bivši odjel Banske Hrvatske. Godinu dana nakon donošenja spomenutog zakona, ministarstvo je preuzelo vođenje izseljeničke politike, a Komesarijatu prepustilo vodenje poslova tehničke naravi.
Izseljenički nadzornici su činovnici Ministarstva ili Komesarijata, kojima se povjeravaju prigodni zadatci, kao što je pratnja većih izseljeničkih skupina iz domovine u luku ukrcanja, a nekada i u zemlju odredišta.
Izseljeničke izaslanike imenuje ministar socijalne politike. Zadatak im je brinuti se za izseljenike njihova djelatnog područja i o prilikama izvješćivati Ministarstvo i Komesarijat. U onom času postojala su tri izaslanstva: u Parizu, Washingtonu i Buenos Airesu; ovo posljednje s područjem djelatnosti za Južnu Ameriku.
Od samog Marčetića saznao sam, da mu je obitelj rodom iz Knina. Prije Svjetskog rata otac mu je bio glavar zastupstva jednog tadašnjeg parobrodarskog družtva, mislim Austrijskog Lloyda u Zadru. Tu je Jovo pohadao prve razrede gimnazije, a školovanje nastavio u Odesi na Crnom moru, kamo mu je otac bio premješten kao voditelj tamošnjeg zastupstva družtva. Nisam danas više siguran, ali mislim, da je sveučilištne nauke pohadao u Zagrebu. Od stranih jezika znao je španjolski, talijanski, francuzki i ruski. Bio je obožavatelj carske Rusije. Kao i većina kninskih Srba, on i čitava mu rodbina pripadali su Srbskoj radikalnoj stranci, u kojim je redovima nalazio podporu za svoju činovničku karijeru. Hrvate nije volio. Ipak mu je bilo draže, da je premješten Komesarijatu u Zagrebu, a ne Ministarstvo u Beogradu.




[1] Obširnije o tome: V. Holjevac. nav. djelo, napose str. 42 i sl.


Dr. Vjekoslav Vrančić - Branili smo Državu



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El magister José María –Joza– Vrljičak es el director de la revista Studia Croatica desde 1994.

Friday 22 May 2015

002 Con los croatas de Sud América (1929-1931) - Dr. Vjekoslav Vrančić

http://migracioncroata.blogspot.com.ar/2015/05/001-con-los-croatas-de-sud-america-1929.html

Montevideo - 2


Después de eso me fui a casa. En el camino pensé cómo decirle a la señora Platera que renunciaría. No me sentía cómodo, porque lo de la llegada del primo no era cierto. Tenía que contarle, y me decidí a hacerlo.
En casa, le dije a la señora que me ofrecieron, a través de un amigo, un empleo de oficina en la planta "Swift" y que iba a tener 70 pesos de salario mensual. Le pedí que me diera permiso para dejar mi trabajo actual al día siguiente. Para mi sorpresa, la señora me respondió que me felicitaba y que podía salir del trabajo cuando quisiera. Por la noche, le informó a su esposo, quien también me felicitó.
Al día siguiente me despedí de la señora Platera y de los niños, quienes me caían bien. Fui al Cerro, y encontré una pequeña habitación, desde donde me quedaba cerca para ir a trabajar. El 22 de noviembre de 1929, siete semanas después del desembarque, comencé a trabajar en el frigorífico "Swift & Co.".
En el trabajo me sentía cómodo y mis superiores estaban satisfechos con mi rendimiento. Distribuí mi ingreso neto de modo de enviar a mi madre las ganancias de la primera quincena y el ingreso de la segunda sería para mi sustento. Esa cantidad no era suficiente para vivir, para llegar a fin de mes, entonces con Ante Martinović, electromecánico de Mostar, alquilamos una pieza compartida en el Cerro. Él trabajaba en un frigorífico que pertenecía al Estado y que estaba cerca de la planta "Swift".
Él sabía cocinar bien y cómo en el frigorífico podía comprar carne a un precio de descuento, preparábamos nosotros mismos la cena. Para reducir los costos, me levantaba temprano, así podía caminar para llegar a tiempo al trabajo. Cansado después del trabajo de ocho horas, yo regresaba a casa en colectivo. Así mi compañero de cuarto, Ante, podría ahorrar algo de dinero, y yo iría progresando modestamente.
En los primeros días de mi estadía en Montevideo tuve la oportunidad de conocer a un caballero de ascendencia croata, un médico cirujano de renombre y político uruguayo de reputación, era el Dr. Arturo Lussich. La administración austro-italiana en Dalmacia había distorsionado el apellido de su padre Filip Lukšić, natural de Sutivan, en la isla de Brač, cuando en 1837 éste abandonó su tierra natal y se trasladó a Uruguay.
La casualidad quiso que, poco tiempo después de mi llegada a Montevideo, me enfermara de la garganta y necesitara ayuda médica. Entre los croatas en Uruguay se sabía en general que Filip Lukšić en su lecho de muerte le pidió a su hijo, el entonces joven médico Arturo, que curara gratis a todos los croatas enfermos que se dirigieran a él.
El Dr. Arturo, ya en sus sesenta años de edad, cumplía fielmente el deseo de su padre. Los croatas enfermos acudían a él. Fui yo también. Me examinó y encontró que en mi garganta brotaron granitos. Él tomó el instrumento apropiado y eliminó los brotes. Después de eso me retuvo un rato y se interesó por las causas por las cuales habíamos abandonado nuestra patria en esos tiempos tan difíciles. Algo en español, y un poco más en italiano, respondí a sus preguntas. Él asintió con la cabeza y antes de mi partida, me dijo que lo podía visitar, si de nuevo necesitaba ayuda médica.
Políticamente, el Dr. Arturo Lussich pertenecía al partido conocido como "Partido Blanco", a diferencia del "Partido Colorado", como se llamaba a la organización política oponente.
Al principio estos dos colores, que identificaban a los partidos, no tenían significado ideológico. Se usaron por primera vez en 1830 después de la declaración de independencia de la República del Uruguay, cuando los dos luchadores por la libertad, el General Juan Antonio Lavalleja y Fructuoso Rivera, se enfrentaron por el liderazgo estatal.
En esa lucha los partidarios de Lavalleja se llamaban "blancos", y los de Rivera "colorados". Ganó Rivera y tuvo el honor de ser el primer presidente de la República hasta 1835. Desde entonces y hasta 1903 la presidencia se la rotaron entre presidentes electos y generales que asumían el poder de facto, unas veces eran de un partido y otras del contrario, mientras que ese año los "colorados" aplastaron el levantamiento del general "blanco" Aparicio Saravia y se fortaleció la autoridad del Presidente, el político "colorado" José Batlle y Ordóñez. El gobierno de Batlle se caracterizó por la aplicación de importantes reformas sociales y, apoyado por amplias capas de votantes, obtuvo ventajas en todas las elecciones estatales.
Contando con la alta reputación que disfrutaba por entonces el diputado Dr. Arturo Lussich, el partido "blanco" intentó en 1927 volver al poder, proponiéndolo como Presidente de la República. Pero el intento falló. El candidato de la oposición, Juan Campisteguy, venció a Lussich por pocos votos.[1]
Por lo demás, nuestras vidas, la mía y la de mi amigo Martinović, eran simples: ir a la fábrica, volver de la fábrica, y a las tareas domésticas. Los domingos íbamos al centro de la ciudad, nos encontrábamos con amigos, tomábamos café y charlábamos. Entre los recién llegados estaba mi amigo de la infancia, Viktor Bogut, de Mostar.
Así continuó todo, sin mayores cambios hasta finales de junio de 1930, cuando me sorprendió una noticia que llegó desde mi patria. Una tarde, después de regresar a casa del trabajo, me esperaba un telegrama que venía del otro lado del océano. Abrí el sobre con miedo por la noticia que podría contener, primero miré de donde vino. Me calmé cuando vi que no era de mi familia, sino que el remitente era mi amigo Nikola Precca (Preka). En el telegrama Nikola me preguntaba si estaría dispuesto a aceptar el puesto de jefe de la Delegación para los Inmigrantes para América del Sur, con sede en Buenos Aires, dependiente del Ministerio de Asuntos Sociales. El salario mensual era de 250 dólares. Me pidió una respuesta telegráfica, que ya estaba pagada.
Por las noticias de los periódicos yo sabía que Preka y otros dos croatas trabajaban para el gobierno del general Pero Živković, y que él estaba a cargo del Ministerio de Asuntos Sociales. Así que ahora me ofreció el cargo en una institución en Buenos Aires, que dependía de él.
Yo no sabía qué hacer, por lo que mostré el telegrama a mi amigo Martinović y le pedí su opinión. Sin dudarlo, respondió que era un trabajo de oficina, que yo era de profesión oficinista y me sugirió que aceptara la oferta. Trabajado allí podía ayudarme a mí mismo, y desde ese lugar seguramente ayudaría también a muchos inmigrantes en problemas.
Pero todavía no podía decidir sobre una respuesta, hasta no oír opiniones del resto de mis amigos en Montevideo. Esa noche fui al centro de la ciudad, me encontré con Mate Rebec y le di el telegrama para que lo leyera. Le pedí que durante el día siguiente hablara con los otros amigos de Herzegovina, y que ellos decidieran qué debía hacer. No quería responder al telegrama hasta no escuchar sus opiniones.
Al día siguiente vino Mate al Cerro, me informó que se reunió con una decena de compatriotas, y que todos coincidían que debía aceptar el trabajo. Todos dieron la misma razón: ayudarse a sí mismo y a los demás. Esa misma tarde volví con Mate al centro de la ciudad, fui a la agencia telegráfica "ltalcable", a través del cual había recibido el telegrama, y respondí que aceptaba el lugar ofrecido.
El 4 de julio de 1930, encontré en casa la respuesta telegráfica, que decía: "Te he nombrado Delegado para los inmigrantes en Buenos Aires. Preséntate inmediatamente en la Legación para entrar en servicio. Ministro Precca".
Después de recibido el cable presenté mi renuncia al trabajo en "Swift" y pedí a la oficina de personal que dentro de lo posible, cuanto antes, me liberara de mis funciones. Me pidieron que trabajara hasta el 8 de julio, a lo que, por supuesto, accedí. Mario de Vusio se hizo cargo de las tareas que yo realizaba hasta que encontraran un sustituto adecuado.
Entre los muchos croatas, que trabajaban en el frigorífico, mi nombramiento como Delegado para los Inmigrantes fue recibido con alegría. Quien más se alegró fue mi amigo Jozo Čizmić, a través del cual había conseguido el trabajo en el frigorífico.
Durante la tarde y la noche del 8 de julio me despedí de mis conocidos y amigos en el Cerro y en Montevideo, y a la noche partí en barco hacia Buenos Aires.





[1] Cantú César y Blanco Garzón Manuel, Historia universal, Editorial Sopena, Buenos Aires, Tomo X, 1950, p. 388 ss.
Većeslav Holjevac, Croatas en el extranjero. Matica Hrvatska, Zagreb, 1968, p. 195-217.


Dr. Vjekoslav Vrančić - Defendimos al Estado
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Traducción realizada por el magister José María –Joza– Vrljičak

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El magister José María –Joza– Vrljičak es el director de la revista Studia Croatica desde 1994.

002 S Hrvatima u Južnoj Americi (1929-1931) - Dr. Vjekoslav Vrančić

Poslije toga krenuo sam kući. Putem sam razmišljao, kako odkazati gospođi Platera. Nije mi bilo ugodno, jer ono o dolazku rođaka nije bila istina. A sad ju je trebalo reći. I odlučio sam, da tako učinim. Stigavši kući, rekao sam gospođi, da sam preko prijatelja dobio činovničko mjesto u tvornici «Swift» i da ču imati 70.- pesosa mjesečne plaće. Zamolio sam je, da mi dozvoli, da već sutradan napustim svoj sadašnji posao. Na moje iznenađenje, gospođa mi je odgovorila, da mi čestita i da mogu napustiti posao kada hoću. Navečer je o tome obaviestila svoga muža, koji mi je također čestitao.
Sutradan oprostio sam se od gospođe Platera i djece, koja su me bila zavoljela. Otišao sam na Cerro, našao jednu sobicu, odakle mi ne de biti daleko odlaziti na rad u tvornicu. Dana 22. XI. 1929., sedam tjedana nakon izkrcanja, nastupio sam svoje namještenje u tvornici «Swift & Co.».
Na radu sam se snašao i svoj posao obavljao na zadovoljstvo predpostavljenih. Čistim dohodkom razpoložio sam tako, da sam majci doznačivao zaradu odgovarajuću prvoj polovici mjeseca, a drugu polovicu namienio za svoje življenje. Ovaj iznos nije bio dostatan za život, pa, da bih lakše izlazio na kraj, uzeo sam na Cerru zajedničku sobu s Antom Martinovićem, elektromehaničarom iz Mostara. On je bio zaposlen u jednoj veleklaonici i industriji za preradu mesa, koja je pripadala državi i nalazila se nedaleko tvornice «Swift». On je znao dobro kuhati, a kako smo u tvornici mogli kupiti mesa uz povlaštenu cienu, pripremali smo sami večeru. Da smanjim izdatke, dizao sam se rano, kako bih pješice mogao stići na vrieme na posao. Umoran, nakon osamsatnog rada, kući sam se vračao autobusom. Tako je moj sustanar Ante mogao nešto uštedjeti, a ja skromno izlaziti na kraj.
Već prvih dana moga boravka u Montevideu pružila mi se prilika upoznati jednog gospodina hrvatskog podrietla, kirurga na glasu i uglednog uruguayskog političara. Radilo se o dr. Arturu Lussichu, kako je austro-talijanska uprava u Dalmaciji izopačila prezime njegova otca Filipa Lukšića, rodom iz Sutivana na Braču, kada je 1837. napustio domovinu i uselio u Uruguay.
Slučaj je htio, da sam kratko vrieme nakon dolazka u Montevideo obolio na grlu i trebao liečničku pomoć. Među Hrvatima u Uruguayu bilo je obće poznato, da je Filip Lukšić na smrtnoj postelji stavio u amanet svome sinu, onda mladom liečniku Arturu, da bezplatno lieči svakog bolestnika Hrvata, koji se na njega obrati. Dr. Arturo, već u šestdesetim godinama života, izpunjavao je vjerno otčevu želju. Bolestni Hrvati išli su k njemu. Otišao sam i ja.
Pregledao me je i ustanovio, da mi se grlo osulo prištićima. Uzeo je odgovarajući instrument i izstrugao osap. Nakon toga zadržao me neko vrieme i zanimao se, zašto u tako težkim vremenima napuštamo domovinu. Nešto španjolski, a više talijanski odgovarao sam na njegova pitanja. Kimao je glavom i prije moga odlazka rekao mi, da ga mogu posjetiti, ako budem ponovno trebao liečničku pomoć.
Politički, dr. Arturo Lussich pripadao je stranci poznatoj pod imenom «Partido Blanco», tj. bijeloj stranci, za razliku od «Partido Colorado», kako se je, crvenom bojom, nazivala protivnička politička organizacija. U početku, ovi, dvjema bojama označeni stranački nazivi, nisu imali nikakvo ideoložko značenje. Upotriebljeni su prvi put 1830. godine poslije proglašenja nezavisnosti Republike Uruguay, kada su se dva suborca za slobodu, general Juan Antonio Lavalleja i Fructuoso Rivera, sukobili u pitanju preuzimanja državnog vodstva. U tim borbama pristaše Lavalleja nazvali su se «bielima», a oni Rivera «crvenima». Pobiedio je Rivera i obnašao čast prvog predsjednika Republike do 1835. Od tada do 1903. mienjali su se na predsjedničkom mjestu izabrani političari ili neizabrani generali, sad jedne, sad druge stranačke pripadnosti, dok te godine nisu «crveni» ugušili ustanak «bielog» general Aparicija Saravije i učvrstili na vlasti biranog predsjednika «crvenih», političku osobu José-a Batlle y Ordoñeza. Batlleova vlada odlikovala se provedbom značajnih socijalnih reforma, te, podpomognuta širokim slojevima glasača, dobivala unapried od reda sve državne izbore.
Računajuči velikim ugledom, koji je uživao tadašnji narodni zastupnik dr. Arturo Lussich, «biela» stranka pokušala je 1927. vratiti se na vlast, kandidirajući njega za predsjednika republike. No, pokušaj nije uspio. Protivnički kandidat, Juan Campisteguy, pobiedio je Lussicha s neznatnom razlikom glasova[1].
Inače je naš život, moj i moga prijatelja Martinovića, bio jednoličan: u tvornicu, iz tvornice, i na kućne poslove. Nedjeljom bismo otišli u središte grada, našli se s prijateljima, popili kavu i razgovarali. Među novodošljacima bio je moj prijatelj iz djetinjstva, Viktor Bogut iz Mostara.
Tako je to bez promjena teklo sve do pod konac lipnja 1930., kada sam iznenađen jednom viešću iz domovine.
Jednog popodneva, vrativši se s posla kući, čekao me jedan prekooceanski brzojav. Otvorio sam omotnicu i u strahu pred viesti najprije pogledao od koga dolazi. Primirio sam se, kada sam vidio, da nije od moje obitelji, nego da je kao pošiljač označen moj prijatelj Nikola Precca.
U brzojavu Nikola me pita, da li sam voljan prihvatiti mjesto glavara Izseljeničkog izaslanstva za Južnu Ameriku, sa sjedištem u Buenos Airesu, podredenog Ministarstvu socijalne politike. Mjesečna je plaća 250 dolara. Traži od mene brzojavni odgovor, koji je plačen.
Iz novinskih viesti sam znao, da je Preka s još dvojicom Hrvata ušao u vladu generala Pere Živkovića, te da je preuzeo Ministarstvo zdravstva i socijalne skrbi. Sada, eto, nudi meni namještenje u jednoj ustanovi u Buenos Airesu, koja mu je podređena.
Nisam se mogao snaći, pa sam brzojav pokazao mome prijatelju Martinoviću i upitao ga za mišljenje. Bez predomišljanja odgovorio mi je, da je to činovničko mjesto, da sam ja po zvanju činovnik i da mjesto prihvatim.
Pomoći ću sebi, a s toga mjesta moči ću sigurno pomoći i mnogom hrvatskom izseljeniku u nevolji. No, ja se ipak nisam mogao odlučiti na odgovor, dok ne čujem mišljenje i ostalih mojih prijatelja u Montevideu. Tu večer pošao sam u središte grada, našao se s Matom Rebcom i dao mu brzojav na čitanje. Zamolio sam ga, da se tokom sutrašnjeg dana porazgovori s ostalim prijateljima iz Hercegovine, pa neka oni odluče šta mi je činiti. Na brzojav ne želim odgovoriti, sve dok ne čujem njihovo mišljenje.
Sutradan došao je Mate na Cerro i saobćio mi, da se sastao s desetak zemljaka, koji su mišljenja, da mjesto prihvatim. Svi su naveli isti razlog: pomoči sebi i drugima.
Istu večer vratio sam se s Matom u središte grada, otišao u uredovnicu brzojavne agencije «ltalcable», preko koje mi je stigao brzojav, te odgovorio, da ponuđeno mjesto prihvaćam.
Dne 4. srpnja 1930. našao sam kod kuće brzojavni odgovor, koji je glasio: «Postavio sam te za iseljeničkog izaslanika u Buenos Airesu. Odmah se javi Poslanstvu da nastupiš dužnost. Ministar Precca».
Nakon primljenog brzojava podnio sam ostavku na službi kod «Swifta» i zamolio nadstojnika osobnog ureda, da me po mogućnosti što prije razrieši dužnosti. Zamoljen sam, da radim do 8. srpnja, na što sam, naravno, pristao. Svoju dužnost predao sam privremeno Mariju De Vusiju, dok ne nađe odgovarajuću zamjenu.
Među brojnim Hrvatima, koji su radili u tvornici, moje je imenovanje za izseljeničkog izaslanika bilo s veseljem primljeno. Najviše se veselio moj prijatelj Jozo Čizmić, preko kojega sam bio dobio ovo namještenje u tvornici.
Tokom popodneva i večeri dana 8. srpnja oprostio sam se od svojih znanaca i prijatelja na Cerru i u Montevideu, te u noći brodom krenuo u Buenos Aires.




[1] Cantú César i Blanco Garzon Manuel, Historia universal, Sopena, Buenos Aires, Tomo X, 1950., str. 388 sl.
Većeslav Holjevac, Hrvati izvan domovine. Matica Hrvatska, Zagreb, 1968., str. 195, 217.

Dr. Vjekoslav Vrančić - Branili smo Državu

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El magister José María –Joza– Vrljičak es el director de la revista Studia Croatica desde 1994.

001 Con los croatas de Sud América (1929-1931) - Dr. Vjekoslav Vrančić


El Dr. Vjekoslav Vrancic y el presente texto
(Nota del traductor)

Vjekoslav Vrančić nació en Ljubuški, Herzegovina, en 1904. Estudió en el Colegio Comercial de Mostar y luego en la Academia Comercial de Sarajevo. Al recibirse, trabajó en la Oficina de Seguros para los Trabajadores.
A fines de 1929 renunció y emigró al Uruguay, partiendo desde Amsterdam. Siendo empleado del frigorífico Switf en Montevideo, le llegó el nombramiento, a mediados de 1930, como Delegado para la Emigración para la América del Sur del Ministerio de Asuntos Sociales, con base en Buenos Aires.
La estadía de Vrančić en Buenos Aires comenzó en el año de la gran crisis económica. Como Delegado para la Emigración, desarrolló una gran actividad buscando trabajo para los inmigrantes croatas en Argentina y, para aquellos que ya no podían luchar más, les arreglaba viajes de retorno gratuito a su patria. Durante su trabajo de 14 meses como Delegado, arregló el retorno de más de 4400 personas que se encontraban en Argentina, Uruguay, Brasil y Chile.
En Buenos Aires colaboró con el patriota croata Ing. Ivo Colussi, quien editaba el periódico “Croacia” en idioma castellano. Su actividad política incluyó también ayudar a traer a la Argentina al Dr. Branko Jelić, quien estableció la organización “Hrvatski Domobran” (La Defensa del Hogar Croata).
El Dr. Vjekoslav Vrančić estuvo en América del Sur (Uruguay, Argentina y Chile) desde octubre de 1929 hasta agosto de 1931.
En agosto de 1931 Vrančić retornó a Europa. Se trasladó a Viena donde continuó sus estudios. Se graduó en 1934 y recibió el doctorado en economía en 1936. Actuó políticamente en Croacia durante la Segunda Guerra Mundial, terminada la cual regresó a la Argentina donde continuó su actividad política y escribió varios artículos y libros. Su obra más extensa es el libro en dos tomos: “Branili smo državu” – Defendimos el Estado, con un total de 870 páginas, que fue editado en 1985.
Del extenso libro del Dr. Vrančić hemos traducido seis capítulos de la sección que lleva como título EN AMÉRICA DEL SUR.
El texto que hemos traducido constituye una fuente de primera mano para conocer la historia de los croatas en América del Sur, y particularmente en la Argentina.
El Dr. Vjekoslav Vrančić falleció en Ramos Mejía el 25 de marzo de 1990.

Dr. Vjekoslav Vrančić
Branili smo Državu – Defendimos el Estado

En América del Sur

Capítulo 1. MONTEVIDEO

En Amsterdam nos ubicaron en una posada para emigrantes, propiedad de la empresa de buques, en cuyo barco viajamos. Allí nos encontramos con algunos cientos de judíos que emigraban de Polonia y del Báltico. Emigraban familias enteras, con todo lo que podían traer con ellos.
El 7 de septiembre de 1929, nos embarcamos en el buque "Gelria", de 20 mil toneladas cúbicas, y cada uno fue a su destino. Nuestro grupo fue ubicado en el centro de la nave, en cabinas para cuatro personas. Los emigrantes judíos recibieron grandes dormitorios comunes en la proa y en la popa de la nave. Seguramente eran más económicos que los nuestros. De ellos nos enteramos que se trasladaban a Brasil, y que organizaciones judías internacionales les negociaron la entrada a ese país.
Mi compañero de viaje Pero (Pedro) prefería pasar el tiempo con los inmigrantes judíos. Para él, era una experiencia entenderse con las personas que hablaban una lengua extranjera. De hecho, Pero se entendía fácilmente con los judíos de Polonia, haciéndoles preguntas usando las palabras más simples y ellos respondiendo de la misma manera. A la noche venía a verme, y me contaba la que había escuchado y visto. Su relato siempre terminaba con el pensamiento: "Dios mío, veo que ni siquiera somos los más miserables en el mundo!"
En nuestro camino nos detuvimos en los puerto españoles de Vigo y La Coruña, y luego en Lisboa, Portugal. En todos estos puertos abordaban viajeros españoles y portugueses, repatriados o nuevos emigrantes, que iban a lo de sus familiares. Por último, antes de dar la espalda por completo al Viejo Mundo, nos quedamos un par de horas en el puerto de Las Palmas en la Gran Canaria. Después de unos días de mar abierto, llegamos al puerto brasileño de Pernambuco. Allí el barco recaló y recibió carga, luego se detuvo en Río de Janeiro y Santos, donde descendió la mayoría de los pasajeros y la mayor parte de la carga.
A Montevideo llegamos el 1 de octubre de 1929. A Pero lo recibieron sus coterráneos, y a mí me estaba esperando mi amigo Mate (Mateo) Rebac. Hijo del supervisor de guardabosques Mijo (Miguel), Mate, después de la proclamación de la dictadura real (6 de enero de 1929) decidió emigrar a América. Ya como estudiante del séptimo año de la escuela secundaria tenía problemas disciplinarios. Fue a Zagreb por un corto tiempo y luego regresó a su casa. De naturaleza inquieta y rápido para las palabras, era un problema para la policía, y el padre temía que Mate terminara en prisión. Estuvo de acuerdo en que su hijo emigrara a América, le pagó su viaje y le dio un poco de la herencia. Eligió Uruguay, por las mismas razones que yo, después de él. En ese momento no podíamos emigrar a otros países.
El primer día de mi estadía en Montevideo me alojé con Mate en su piecita. Conversando me pintó la situación en Uruguay de color negro. Hacía ya cinco meses que él estaba en Montevideo, pero no había comenzado a trabajar. En Montevideo, había un número de agricultores de Herzegovina, la mayoría de los cuales trabajaban en la construcción, especialmente en la construcción de un gran estadio donde se iba a llevar a cabo la próxima Copa del Mundo. Se ayudaban entre sí y ninguno de ellos pasaba hambre, ni Mate tampoco.
Conmigo en el viaje traje suficiente dinero para vivir modestamente unos dos meses sin ingresos. A mi madre le dejé fondos para tres meses de vida. Por lo tanto, tenía que empezar a ganar dinero lo antes posible. No podía contar aún con un trabajo de oficina o algo similar. Mi conocimiento de la lengua española no era suficiente para eso. Mis conocimientos de alemán, italiano, francés que obtuve en la escuela y que amplié después de la graduación, no me servían. El conocimiento de la lengua italiana facilitó mi aprendizaje del español, y me ayudó a orientarme.
Los alimentos en Montevideo, afortunadamente no eran caros. Por medio peso, lo que es igual a medio dólar, se podía conseguir un trozo considerable de pescado frito o comida similar con un pedazo de pan. Durante el primer mes ese fue mi almuerzo y por la noche bebía café con leche o una taza de leche caliente con pan.
Mis coterráneos cercanos, herzegovinos, sabían que yo que estaba dispuesto a aceptar cualquier trabajo, pero me convencían de ser paciente, hasta que consiguiera un empleo que se adecuara a mis condiciones, y que no me preocupara por la subsistencia. Ellos eran campesinos: Ilija Stanić de Vitina, Marko Džeba e Ivan Blažević de Buna, cerca de Mostar, Ivan Musa de Čitluk, dos hermanos de apellido Primorac, y otros cuyos nombres no recuerdo ahora. Pero yo estaba obsesionado por la responsabilidad que tenía con mi madre y hermana, así que no podía aceptar su oferta.
De hecho, después de estar un mes en Montevideo acepté un lugar de sirviente en la familia del industrial Platera-Frühling. El doble apellido del industrial releva su ascendencia valona-flamenca. Conseguí ese empleo por medio de Jure Marinović, quien era natural de Podgora cerca de Makarska. Antes de su llegada a Uruguay, Jure había trabajado en Francia y aprendió el idioma, gracias a lo cual consiguió su empleo en lo de la familia Platera.
La señora Platera era uruguaya, hija de padres franceses. Ella tenía tres hijos, y estaba tratando de encontrar un sirviente con quien hablar en francés, para que los niños se vean obligados a utilizar ese idioma. En sus dos años de estadía en Montevideo, Marinović aprendió también el español, y obtuvo un buen empleo en uno de los mejores hoteles.
Antes de abandonar el lugar, la señora Platera le pidió que la ayudara a encontrar un reemplazo. A fin de satisfacer ese pedido, Marinović vino a buscar entre nosotros, los croatas, a ver si podía encontrar a alguien que estuviera dispuesto a tomar su lugar. Al enterarme de esta posibilidad, le pregunté a Marinović y accedí a ir con él al día siguiente a lo de la señora Platera. Todos mis amigos querían disuadirme de mis intenciones, pero yo ya estaba decidido a tomar cualquier trabajo.
A mis amigos, entre los que se encontraba ahora también Iko Čizmić, de Zadvarje cerca de Omiš, les respondí que me informaran si aparecía la posibilidad de un empleo mejor, y que yo voy a trabajar como sirviente, si la Sra. Platera me acepta. Al día siguiente me llevó Marinović a una zona residencial de la ciudad, en la calle Agraciada, donde se encontraba la residencia de la familia Platera-Frühling. Fui presentado a la señora, quien empezó a conversar conmigo.
Parece que mi conocimiento del francés le satisfizo, porque después me dijo que podía empezar a trabajar al día siguiente. Iba a tener mi pequeña habitación, comida y 20 pesos de salario mensual. Al día siguiente mudé mis cosas y empecé mi trabajo, en el cual el primer día me guió Jure Marinović.
Mis primeros días de trabajo me costaron mucho, era un trabajo con el que no estaba familiarizado. Pero yo pensaba en la ayuda que necesitaba enviar a mi madre, y me alentó la esperanza de que con el tiempo iba a lograr un empleo más adecuado.
Por suerte, ¡el cambio llegó sorpresiva y rápidamente! Quince días después de comenzar mi empleo, me visitó Iko Čizmić y me comentó que su hermano Jozo, quien trabajaba en el frigorífico "Swift", se enteró de que había un lugar libre para un empleado calculista.
Ese trabajo lo estaba haciendo hasta ese momento Mario De Vusio, hijo de optantes italianos (nacidos en Croacia que habían optado por la ciudadanía italiana) de la isla de Vis, a quien habían ascendido en el trabajo. Mario hablaba perfectamente el croata y era amigo de los croatas, por lo que le comentó a Jozo que había una vacante. Al enterarse de esta posibilidad, Iko le comentó a su hermano de mi caso, y él se comprometió a presentarme a Mario.
El frigorífico "Swift" estaba ubicado en un suburbio llamado Cerro. De hecho, es una colina que cierra al oeste el puerto natural de Montevideo. El trabajo en el frigorífico comenzaba a las 7 de la mañana y tenía que reunirme con Jozo antes de esa hora para que me presentara a Mario. Por lo tanto no tenía otra opción más que conseguir que la señora Platera me diera un día libre. Con el pretexto de que desde mi patria había llegado un primo, la señora me permitió que esa noche fuera a la ciudad y tendría libre el día siguiente.
Al otro día a primera hora de la mañana fui con Ike al barrio del Cerro, en un pequeño barco que lleva a la gente desde el Puerto a los suburbios. Iko allí me contactó con Jozo, y éste me llevó al frigorífico. Después de eso el trámite se realizó de forma rápida y terminó con éxito.
Antes de ir a su lugar de trabajo, Jozo me presentó a De Vusio. Mario era un hombre de unos treinta años de edad, delgado, mediterráneo, de vivos movimientos, agradable. Había terminado el sexto año de la escuela secundaria en Split (Croacia). Su educación fue interrumpida cuando su padre decidió mudarse a América del Sur, porque como optante italiano no se sentía cómodo en la isla de Vis. En "Swift" trabajaba desde hacía cinco años en el departamento de cálculo industrial.
Ahora se había convertido en el segundo jefe del departamento de producción, y buscaba quién lo pudiera reemplazar. En su oficina me explicó el tipo de cálculo que realizaba, basado esencialmente en el sistema de medición anglo-americano, en pies y pulgadas. Entonces me preguntó: ¿crees que podrías realizar esta tarea? Le respondí que podía. Conmigo había llevado mi certificado de escuela secundaria, y cuando se lo mostré ya no dudó de esa posibilidad.
Después de la entrevista me llevó al contador principal, quien luego de una breve conversación, dijo que tengo que pasar un examen escrito. Me dio un par de hojas impresas para cálculos, que debía resolver. A eso del mediodía le entregué mis soluciones, y por la tarde me comunicó que podía empezar a trabajar. El salario sería de 70 pesos, y se deducirían unos 4 pesos para el seguro de los trabajadores. Los pagos serían quincenales.
De Vusio me felicitó y me pidió que cuanto antes empezara a trabajar. Me llevaron al departamento de personal, donde di mi información personal y recibí una tarjeta de identificación para tener acceso libre al frigorífico. Yo estaba feliz. Podría enviar a mi madre la mitad de mis ganancias, equivalentes a aproximadamente 1.800 dínares (moneda de la entonces Yugoslavia), cantidad suficiente para que dos personas pudieran vivir modestamente. Me tendría que arreglar con la otra mitad.

Esperé a Jozo Čizmić, mientras terminaba su jornada de trabajo. Le comenté el resultado y le agradecí por el favor. Se alegró de que me dieran el empleo, y aún más, de que no se había equivocado cuando me recomendó a De Vusio. 




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Traducción realizada por el magister José María –Joza– Vrljičak

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El magister José María –Joza– Vrljičak es el director de la revista Studia Croatica desde 1994.